jueves, 31 de mayo de 2012

Cosas que pasan mientras uno está en clase




Acerca de la donación de órganos



Anoche me pasó algo súper emocionante. Una de esas cosas  que hacen valer la pena tener facebook, postear "pavaditas" (son las que hacen que los alumnos me lean "para ver qué puso la Taylor") y de vez en cuando algo importante, como para justificar tanta tontería juguetona.

Resulta que faltaban unos 10 ó 15 minutos para terminar la clase en 2º B del Profesorado de Educación Primaria, y una alumna me pidió si podía preguntar algo que nada tenía que ver con la clase ni la materia. Me sorprendió, porque ninguno de mis alumnos suele ser tan "considerado": siempre preguntan cosas que no tienen que ver ni con la clase ni con la materia (claro que también preguntan sobre eso… pero no siempre). Más me sorprendió ver las vueltas que daban (eran en realidad varias quienes querían preguntar) hasta que se animaron y me pidieron que explicara cómo era "eso de donar órganos". Y dio para hablar de un montón de cuestiones, de derribar mitos urbanos con los que se suele aterrorizar a la gente y operan en contra de la donación, para aclarar cuáles son las condiciones en que se puede realizar la ablación, escuchar a compañeros que experimentaron en su familia la donación y gracias a ella tienen a sus seres queridos. Conversamos acerca de lo difícil que es la decisión para la familia, por lo que también es un acto de amor relevarlos de tener que tomar esa decisión, y manifestar nosotros mismos qué queremos hacer al respecto. Pero sobre todo se creó un clima de emoción y amorosidad. También hubo un poco de humor negro (ya me conocen): no me privé de bromear con que quizás un hijo de ellos en el futuro estudie Medicina y les describa sus prácticas sobre un cuerpo que quizás reconozcan como el mío.

Antes de irme, espontáneamente (por eso no fue a todos) les dije a quienes iniciaron la charla que quería mostrarles algo: les mostré el papelito que certifica mi voluntad de donación para transplante o para investigación, que llevo siempre encima. Y les dije que, si me va a "pisar" un camión, al menos quiero que de la desgracia (mía) salga algo bueno (para otros).

Un beso grande a mis alumnos de 2º B de Primaria, anoche hicieron que valga especialmente la pena mi tarea.



Viviana Taylor

31 de mayo, 2012



P.D.: También los quiero a todos los demás, no se pongan celositos... pero bue, anoche me pasó eso con ellos.

miércoles, 30 de mayo de 2012

El mito de la belleza y la domesticación de las niñas


“La dieta es el sedante más potente de la historia de las mujeres”


Naomi Wolf



Esta frase se me quedó grabada cuando a principios de los noventa leí el libro (imprescindible) “El mito de la belleza“, de Naomi Wolf. En el explica detalladamente como, por culpa de la presión para estar más delgadas, una legión de mujeres brillantes en vez de comerse el mundo y llegar donde les de la gana van a pasar casi toda su existencia amargadas, peleando contra sus cuerpos, haciendo dietas, operándose, sufriendo mucho o incluso muriendo demasiado pronto. Y sobre todo, esa legión de mujeres (muchas de las cuales ni siquiera llegan a estar enfermas desde el punto de vista médico) no van a tener fuerza, energía, ni ganas de competir con sus rivales masculinos, no van a alcanzar puestos de poder, ni van a poder rebelarse ante la tiranía de la belleza. Van a vivir sumisas, anuladas, o domesticadas.


Este artículo puede ser leído completo en el blog de Ibone Olza

viernes, 18 de mayo de 2012

Mi Patria es mi lengua






En el año 2001, en pleno ascenso de la cresta de la ola de la que sería el mayor quiebre económico, político y social que registró nuestra historia, me sentí tentada por una propuesta laboral muy interesante. Resulta que yo estaba tratando de superar una crisis personal (coincidentemente, también el mayor quiebre en mi historia) cuando por esas vueltas extrañas que tiene la vida, desde el instituto de enseñanzas de idiomas de una universidad española se me pidió considerar la posibilidad de integrarme a su grupo de trabajo. Revisé e hice algunas observaciones a unos documentos de trabajo que me enviaron, y la propuesta se amplió: incluyeron la probabilidad de radicación temporal en otros países de Europa, pero sobre todo en Estados Unidos o Australia, en relación con las actividades en otras sedes y la apertura de algunas nuevas.

La historia es conocida: decidí quedarme, con mi crisis personal encaminada y el quiebre económico, político y social en pleno grito.

¿Por qué me quedé? Toda decisión de esta envergadura es compleja. No hay una razón única que la haya motivado. Por supuesto, me asustaban las consecuencias de esta vida nómada en mis hijos, pero también en la separación de mis padres y en mi hermano. Y aunque hasta ese momento no me había planteado cuestiones relativas a mi capacidad para el trabajo que me proponían, un día, después de clases, decidí que esa tarea no era para mí ni yo para ella.

Resulta que había estado compartiendo con mis alumnos unos de esos largos encuentros de cuatro horas que implicaba la formación docente para profesionales. Revisábamos un tema un tanto engorroso, al que fuimos encontrándole necesarias vueltas de tuerca con metáforas, chistes, juegos de palabras… en fin, todos esos adornos con que se engalana nuestro idioma cotidiano cuando compartimos un cierto sentido común, una misma historia y costumbres, una cierta forma de ser y estar en el aquí y el ahora, que no se puede tener con cualquiera ni en cualquier lado. Algo mágico que ocurre cuando estamos entre “nosotros”, cuando nos sentimos en comunidad. Una comunidad que, como nunca antes, visceralmente, desde lo más profundo de las tripas, sentí que no era otra que una comunidad lingüística. Y yo era ciudadana de ella.

Durante un tiempo me volví una espectadora especialmente atenta de mis propias prácticas enseñantes. Y así fui descubriendo que lo que las define es, sobre todo, un cierto modo de decir, que tiene que ver con mi manera de estar. Yo estoy totalmente ahí, y lo expreso de esa manera. No hay manera de que pueda ser la misma en otro lugar, porque seguiré estando aquí, expresándome de esta manera. Seré, apenas, una extranjera que habla de y desde otros lugares. Y si bien siempre es profundamente formativo escuchar lo que tienen que decir los otros, yo no quería –ni quiero- como proyecto de vida, ser ese tipo de otro. Elegí, por eso, permanecer aquí: en mi Patria, que es mi lengua; con mi forma de ser ciudadana de ella, que es mi habla.