martes, 28 de septiembre de 2010

Nadie se atrevió aún a escribir una historia de esposas


Por Umberto Eco


Recientemente descubrí en Internet una enciclopedia de mujeres , muchas de las cuales han sido olvidadas injustamente por la mayoría de los historiadores.

Hay una excepción: en su libro de 1690, Historia de mujeres filósofas , el académico francés Gilles Menage escribió acerca de Diotima la Socrática, Arete la Cirenaica, Nicarete la Megariana, Hiparquia la Cínica, Teodora la Peripatética, Leontia la Epicúrea y Temistóclea la Pitagoraniana, acerca de quienes conocemos muy poco. Y lo correcto es que muchas de estas mujeres deban ser rescatadas del olvido .

No obstante, lo que realmente falta es una enciclopedia de esposas.

Frecuentemente se dice que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer, desde el emperador bizantino Justiniano y su esposa Teodora (la ex actriz) hasta Barack y Michelle Obama. Es curioso que nunca se diga lo opuesto: no hablamos acerca del “hombre detrás” de la gran Isabel I de Inglaterra, por ejemplo.

Pocas veces, si es que alguna, las esposas reciben la atención que merecen.

En las historias de la antigüedad clásica y posteriormente, se dedica más espacio a las amantes que a las esposas.

Clara Schumann y Alma Mahler, que estuvieron casadas con los compositores Robert Schumann y Gustav Mahler, son excepciones, pero estas mujeres causaron gran revuelo por sus amoríos extra y posmaritales. Básicamente, la única mujer que siempre es mencionada simplemente por ser una esposa es Xantipa, casada con Sócrates -y aun en ese caso, sólo para decir cosas horribles sobre el carácter de ella.

Leí recientemente un texto de Pitigrilli, escritor italiano del siglo XX, quien atiborraba sus relatos con citas eruditas -aunque frecuentemente equivocaba los nombres- y con anécdotas que encontraba quién sabe dónde. En determinado punto, Pitigrilli invoca la severa advertencia de San Pablo -”Preferible es casarse que arder con gran deseo”- un buen consejo, por ejemplo, que podrían seguir los curas católicos romanos.

Pitigrilli observa también que la mayoría de los grandes (incluyendo a Platón, Lucrecio, Virgilio y Horacio) eran solteros.

Pero eso no es completamente cierto. Puede ser verdad con Platón, quien, según Diógenes Laertius, escribía epigramas para hombres jóvenes muy apuestos.

Por su parte, Platón aceptó como alumnas a dos mujeres, Lastenia y Axiotea, y se asegura que comentaba que un hombre virtuoso debería casarse.

Quizá era cauteloso por el infeliz matrimonio de Sócrates con Xantipa.

El poeta Horacio no tuvo esposas ni hijos, pero a juzgar por sus escritos, sospecho que se permitió algunas aventuras románticas. En cuanto a su par Virgilio, parece haber sido demasiado tímido para declararse a una mujer, aunque se rumorea que tuvo una relación con la esposa de Varius Rufus. Ovidio, en contraste, se casó tres veces.

Siglos después, Dante soñó acerca de Beatriz pero se casó con Gemma Donati -aunque nunca mencionó a esta última en sus escritos . Todos piensan que Descartes era soltero, ya que murió muy joven después de una vida sumamente pintoresca. Pero sí tuvo una compañera durante algunos años -una doncella llamada Helena Jans van der Strom, a la que conoció en Holanda.

Oficialmente sólo reconocía a Helena como sirvienta.

Pero contrario a ciertos rumores difamatorios, él reconoció a la hija que ella le dio, Francine, quien murió a los cinco años de edad. Según algunas fuentes, Descartes también tuvo otros amoríos.

En pocas palabras, aparte de los religiosos, que supuestamente eran célibes, y hombres más o menos abiertamente homosexuales como Cyrano de Bergerac y Ludwig Josef Johann Wittgenstein, Immanuel Kant es sólo uno de los grandes pensadores de la historia de quien estamos verdaderamente seguros de que era soltero - los registros históricos son muy claros al respecto.

Sorprendentemente, incluso Georg Wilhelm Friedrich Hegel estaba casado; de hecho, parece haber sido mujeriego, con un hijo ilegitimo. Karl Marx, por su parte, estaba profundamente apegado a su esposa, Jenny von Westphalen.

Más allá de tanto dato, ¿qué influencia tuvieron Gemma sobre Dante o Helena sobre Descartes, para no mencionar el enorme número de esposas sobre las cuales la historia dice aún menos ? ¿Y si todas las obras de Aristóteles en realidad fueron escritas por su esposa Herpyllis? Nunca lo sabremos. La historia, escrita por esposos, ha condenado a las esposas al anonimato.


Copyright U. Eco/L’Espresso, 2010.